Las conexiones inalámbricas han ganado terreno a la tradicional conexión por cable, algo normal debido a la libertad que nos proporciona el WiFi y la existencia cada vez mayor de gadgets con conexión inalámbrica.
Pero como en todos los casos hay diversidad de opiniones, entre los que alaban las virtudes de uno u otro sistema.
Lo que parece quedar claro es que la conexión WiFi es más lenta que cuando se utiliza el cable RJ-45. Esta teoría ha sido avalada por un reciente estudio con usuarios de diferentes países, cuyo informe concluye que la conexión WiFi es hasta un 30% más lenta.
Otro problema que suele afectar a la señal inalámbrica es el provocado por las barreras físicas (tabiques, puertas, muros) que se interponen entre el router y el equipo que se quiere conectar. En estos casos se puede probar a sustituir la antena del router por otra de mayor longitud que nos ofrezca una mayor ganancia.
La razón para decantarse por el cable es su mayor estabilidad, lo que quiere decir menos problemas y desconexiones.
Lo óptimo es disponer de ambas, es decir, conectar mediante cable el ordenador principal o aquel que soporta más tráfico (descargas de vídeos o archivos de gran tamaño, programas p2p, etc.). La señal inalámbrica les dará conectividad para el resto de equipos, como smartphones, netbooks, tablets, etc.
En cualquier caso la última palabra la tienen ustedes, que pueden decidir qué tipo de conexión es más recomendable según el uso que le vayan a dar.
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